Música
Debemos volver al diapasón normal
Giuseppe Verdi
"Debo decir que, si al inicio, en la época de Verdi, el diapasón era de 432 ciclos, y él escribía para ese diapasón, Verdi era una persona inteligente, que entendía de voces y escribía para voces". Con estas palabras inició su exposición el barítono Piero Cappuccilli.
"Con el diapasón a la altura actual, el esfuerzo físico sobre las cuerdas vocales es muy acentuado. Por eso muchos cantantes, después de dos, tres o cuatro años de carrera, tropiezan con grandes dificultades; por esforzar las cuerdas vocales de modo innatural. En un período en que escasean las voces, debemos llevar el diapasón a la normalidad cambia el color mismo de la voz".
Cappuccilli dio entonces ejemplos concretos de los problemas que crea para la voces la alteración antinatural de la afinación, sobre todo en las notas en que la voz pasa del registro central al agudo. Más adelante, en respuesta a preguntas sobre el paso de registro, el maestro Cappuccilli agregó: "Antes que nada, debo decir que en la voz media primero se cubre y se crea un cierto color y un cierto estilo; pero cerrar en mi bemol o en re bemol es prematuro, y eso es peligroso; se quiebra porque no hay suficiente apoyo de aliento para sostener esta nota. Y viceversa, con el diapasón a un la de 432 eso no ocurre; la voz pasa de modo natural, no es necesario sostener la voz más allá de las capacidades físicas del cantante, ni es útil pasar en mi bemol; el paso tendrá lugar en fa, aunque en el fortísimo también el mi natural se puede ampliar, con la afinación baja".
Cappuccilli explicó asimismo que, con la afinación actual, ampliar o apenas abrir el mi natural significa para el cantante comprometer su carrera. "Muchos colegas míos tienen serias dificultades y hasta cierto temor de enfrentar esos pasos de la voz. ¿Por qué los grandes cantantes del pasado cantaban a un diapasón normal y por qué todavía pueden cantar ahora, a la edad de 50 a 60 años? La respuesta es simple: con la afinación natural, no lastiman sus cuerdas vocales que permanecen inalteradas con el tiempo. Las Orquestas no están afinadas según este diapasón natural, y eso se nota sobre todo en las maderas y cobres, que cubren así la voz de los cantantes. Ni tres Carusos pudieran hacer oír sus voces a todo el público de la sala. Disminuyendo la altura del diapasón, por el contrario, el sonido de la orquesta se hace más denso, sobre todo el de los violines".
También se le preguntó a Piero Cappuccilli si habían platicado con grandes directores de orquesta como Böhm y Abbado. Respondió lo siguiente: "No he podido hablar con ellos, pero los organizadores de esta conferencia han trabado contacto con muchos integrantes de orquestas. Lo que ha resultado es su disposición a venir al encuentro de los cantantes, aunque es cierto que muchos han aplazado la discusión seria del problema. Técnicamente hablando, estamos ya en el extremo con esta afinación, pero muchos directores de orquesta no quieren renunciar a la posición que han conquistado y se rehúsan por tanto a condescender a las demandas de los cantantes. Pero ahora a diferencia del pasado, los cantantes estamos más unidos y esperamos, sobre todo en virtud de la propuesta de ley presentada en esta ocasión, de lograr finalmente obtener la afinación natural de las orquestas".
Al final de la discusión, Cappuccilli abordó otro ejemplo, el del paso de registro que se emplea de modo expresivo en Macbeth, de Verdi. Interrogado sobre la influencia que tendría en esa ópera el que el paso tenga lugar en otro punto, el barítono respondió. "Si yo paso la nota con la afinación natural, la puedo desarrollar, pero con la afinación elevada, no es posible darle la calidad dramática indispensable al personaje".