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Resolución para defender las vidas de miles de millones de personas:

Digamos No al plan de la COP21 de Paris
para reducir el CO2

3 de noviembre de 2015 – El Instituto Schiller emitió la siguiente resolución con el propósito de recabar rápidamente firmas de apoyo de profesionistas calificados, dirigentes políticos y ciudadanos en general, a nivel mundial.

Las condiciones de vida de miles de millones de personas dependen del rechazo a la agenda que se presentará en Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2015 (llamada 21 Conferencia de las Partes, o COP21) que se llevará a cabo en Paris este próximo diciembre. Se tiene que rechazar la iniciativa de la COP21 de París para adoptar un acuerdo que sea jurídicamente obligatorio para reducir las emisiones de CO2, por dos motivos: La realidad científica que establece que la actividad humana no va a causar un cambio climático catastrófico, y las consecuencias letales muy reales de los programas de reducción del CO2 que se exigen.

No hay ninguna base legítima para realizar la conferencia COP21 ¡Hay que ponerle fin a esto ya!

A pesar de la narrativa sobre el cambio climático que se presenta mediante una campaña de propaganda, de arriba abajo, sumamente bien financiada, hay una cantidad inmensa de evidencia científica sólida que contradice de manera patente y que refuta las afirmaciones de próximos cambios climáticos catastróficos causados por las emisiones humanas de los gases con efecto invernadero. Por ejemplo, las mediciones por satélite han mostrado que no ha habido un incremento promedio de las temperaturas globales por más de 18 años, a pesar del hecho de que las emisiones humanas de gases con efecto invernadero han venido aumentando a un ritmo acelerado. Esto pone de relieve la realidad de que el clima, simplemente no responde a los niveles de CO2 del modo como afirman los alarmistas del clima; dicho de otra forma, el sistema climático de la Tierra no es sumamente sensible a los cambios en las concentraciones de CO2 en la atmosfera.

Debido a que muchos de los modelos climáticos utilizan estas suposiciones falsas sobre la supuesta alta sensibilidad del clima al CO2, las predicciones de estos modelos climáticos han estado erróneas sistemáticamente, y cada año se alejan cada vez más de la realidad. Los cambios graduales que han ocurrido en el clima durante las últimas décadas, y los cambios graduales que seguirán ocurriendo en el futuro, no son y no serán motivo de alarma. Muchos de estos cambios son naturales y cualquier impacto que pueda tener la humanidad sería relativamente menor. Una economía mundial saludable y en crecimiento va a poder adaptarse a esos cambios.

También debemos reconocer que el CO2 no es un contaminante; es una parte esencial de la biosfera. Debido a que los niveles actuales de CO2 en la atmosfera están muy por debajo del nivel óptimo para el crecimiento de las plantas, el aumento de la concentración de CO2 causado por el hombre contribuye a aumentar la productividad agrícola y en el crecimiento natural de las plantas, para crear un planeta conmensurablemente más verde.

Pero no se trata únicamente de que en la cumbre climática 2015 en París las naciones pierdan el tiempo y recursos con un problema fantasma que solo existe en los modelos de computadora. La horrible realidad es que los programas de reducción de CO2 que se proponen van a aumentar la pobreza, reducirán los niveles de vida y van a acelerar las tasas de mortalidad en todo el mundo. El mundo simplemente no puede sostener una población creciente con condiciones de vida cada vez mejores utilizando solo energía solar, eólica u otras formas de las mentadas "energías verdes".

Más concretamente, este plan lo vienen promoviendo intensamente los seguidores modernos de la ideología de la reducción poblacional popularizada por Thomas Malthus. Organizaciones tales como el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (World Wildlife Fund, World Wide Fund for Nature, o WWF) han declarado en repetidas ocasiones que la población humana actual está miles de millones de individuos por encima de la "capacidad de carga" de la Tierra, y por lo tanto se le debe reducir en algunos miles de millones de personas. La presión actual para imponer un programa de reducción de CO2 tiene sus profundas raíces en esta motivación ideológica maltusiana. Pero Malthus estaba equivocado en el siglo 18 y sus seguidores están equivocados hoy.

El crecimiento científico, tecnológico y económico intensivo en energía, es esencial para la existencia humana. Esto puede medirse por las transiciones a niveles superiores de densidad de flujo energético, per cápita y por área. Ese progreso, crecimiento y desarrollo es un derecho universal, y las emisiones de CO2 constituyen actualmente una parte vital de dicho proceso en la abrumadora mayoría de la población mundial. La adopción de un mecanismo jurídicamente obligatorio de reducción de CO2 en la conferencia COP21 de Paris condenará a miles de millones de personas a una calidad de vida inferior, con mayores tasas de mortalidad, mayor pobreza y sin la capacidad para ejercer su derecho humano inherente a participar en la creación de un mejor futuro para la sociedad en su conjunto.

Esto es profundamente inmoral.

Por estos motivos, se debe rechazar el mecanismo de reducción de CO2 de la conferencia COP21 en Paris.