Obama, a lo Nerón, desafía la huelga de masas
por Jeffrey Steinberg
Enero 2010
Washington (EIRNS)—El 19 de enero, el electorado del estado de Massachusetts le dio un voto de no confianza al presidente Barak Obama y a su política nazi de salud y austeridad, al votar de forma abrumadora por el republicano Scott Brown para remplazar al difunto Eduard “Ted” Kennedy en el Senado de Estados Unidos. De haber sido ésta una situación “normal”, Brown hubiera sido fácilmente derrotado por la demócrata Martha Coakley, procuradora general del estado.
Pero nada en los EU es normal hoy día. En los últimos dos años y medio la situación política se ha vuelto explosiva, caracterizada por lo que la intelectual revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo (1871–1991) llamó una “huelga de masas”.
La victoria de Brown no fue un triunfo para los republicanos. Más bien fue un voto de repudio contra ambos partidos, a los que el electorado culpa por el deterioro de la situación del país.
Los electores odian el hecho de que millones de empleos productivos han desaparecido; que 12 mil billones de dólares de los contribuyentes hayan ido a rescatar a Wall Street; y que instituciones financieras supuestamente “demasiado grandes para quebrar” hayan sacado jugosas ganancias con el dinero de los impuestos, mientras le niegan crédito a la pequeña y mediana empresa, cancelan líneas de crédito, imponen tasas de interés usureras y ejecutan millones de embargos hipotecarios, dejando cada vez a más familias en la calle.
Odian la guerra de Afganistán y el aumento de tropas; y odian el plan de atención de salud de corte nazi de Obama, que demanda eutanasia contra los pobres, los ancianos y los enfermos crónicos.
De allí que el famoso cartel del Comité de Acción Política LaRouche, que muestra a Obama con un mostacho “a lo Hitler”, el estandarte de la huelga de masas.
La misma empezó en el último trimestre del 2007, poco después de reventar la burbuja hipotecaria, para muchos el primer indicio de la desintegración financiera y monetaria generalizada. Su primera manifestación fue el substancial apoyo popular que ganó la Ley de Protección a los Bancos y Propietarios de Vivienda (HBPA) de 2007, propuesta por Lyndon LaRouche y avalada por decenas de concejos municipales, legislaturas estatales y cientos de funcionarios por elección de todo el país.
El proyecto de ley de LaRouche hubiera suspendido todos los embargos de vivienda mientras durara la crisis, restablecido la separación entre la banca comercial y la inversionista de la ley Glass–Steagall, y forzado la reorganización de la Reserva Federal acorde a la ley de bancarrota, lo que significaría la creación un Banco Nacional, y el regreso al crédito soberano establecido por la Constitución de EU.
Las delusiones narcisistas de Obama
Pero la intervención de Wall Street, y de banqueros corporativistas respaldados por Londres, tales como George Soros y Félix Rohatyn, quienes actuaron a través de sus lacayos en el Congreso, entre ellos el representante demócrata por Massachusetts Barney Frank, dio al traste con la HBPA de LaRouche y ahora, tras botar decenas de billones de dólares en “rescates”, el sistema está más quebrado que nunca. Se ha de-satado una espiral hiperinflacionaria que ha condenado al sistema monetario mundial a una muerte temprana, y la interrogante en la mente de la mayoría de los estadounidenses es si EU se hundirá junto con los bancos.
La respuesta de Obama a la victoria de Brown en Massachusetts el 19 de enero de 2010, fue un desplante de delusión narcisista que sacudió al Partido Demócrata de arriba abajo, y enojó aun más al electorado estadounidense.
En una entrevista al día siguiente con la cadena de televisión ABC, Obama no sólo dio a entender que no había pasado nada fuera de lo común en Massachusetts, sino que tuvo la osadía de decir que la victoria de Brown reafirmaba su propio triunfo electoral en noviembre de 2008.
Los demócratas—cuyo pellejo político ahora peligra—no vieron con buenos ojos esta exhibición cínica de narcisismo a lo Nerón. Aparte de que, con la victoria de Brown, han perdido su súper mayoría de 60 votos a prueba del obstruccionismo republicano en el Senado.
La reforma de la atención de salud de Obama, que ocupó casi todo el primer año de su gestión de gobierno, está muerta, a no ser que él logre convencer a los demócratas en la Cámara de Representantes que simplemente aprueben la versión del Senado. Cuando la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, trató de movilizar a sus huestes, provocó una revuelta y, según uno de los representantes presentes, no pudo conseguir ni un solo voto a favor de la propuesta del Senado.
Obama también está presionando a los republicanos del Senado para que le den un mandato que le permita establecer una comisión que diseñe un plan de austeridad encaminado a recortar el déficit federal. El Congreso no tendría ninguna autoridad para modificar el plan; sólo podría votar “sí” o “no” a lo que proponga la comisión. El mismo día que el electorado de Massachusetts rindió su veredicto sobre el Gobierno de Obama, éste llegó a un acuerdo con los dirigentes demócratas del Congreso, que le permitirá establecer la comisión por decreto si la legislatura no la aprueba.
En un discurso que pronunció en el seno del Senado al día siguiente, el 20 de enero, el senador demócrata Kent Conrad propuso una ley que, en efecto, impondría sobre EU la misma dictadura de austeridad que Londres le impuso a Europa con el tratado de Maastricht en 1992, misma que le prohíbe a los gobiernos de Europa hacer inversiones de capital, y que empeorará con la ratificación del tratado de Lisboa.
Este es el meollo de lo que la Casa Blanca de Obama quiere imponerle a EU: una dictadura de banqueros de Wall Street y la City de Londres, que despojará a la nación de su soberanía nacional.
Evans–Pritchard suelta la sopa
Lo irónico es que haya sido el propagandista tory, Ambrose Evans–Pritchard, el que haya revelado el plan de despojar a Europa de sus últimos vestigios de soberanía.
El 17 de enero el Sunday Telegraph publicó un comentario de Evans–Pritchard titulado, “El Banco Central Europeo prepara los fundamentos legales para el rompimiento del euro mientras Grecia se desangra”. Lo que es increíble es que el comentario fue borrado de una vez del archivo electrónico por los dueños del periódico, y no se hubiera divulgado a no ser porque varias bitácoras de asuntos financieros lo reprodujeron.
Según revela Evans–Pritchard, los mandamases de la Comisión Europea han eliminado la soberanía de los signatarios de la UME o Unión Monetaria Europea (Gran Bretaña y Dinamarca, aunque miembros de la Unión Europea no son parte de la UME).
Respecto a la quiebra inminente de al menos cuatro signatarios de la UME—Portugal, Irlanda, Italia y Grecia (los llamados “cuatro cerditos”)—, Evans–Pritchard dice:
“El temor de un rompimiento del euro han llegado a una situación en la que el Banco Central Europeo se ve obligado a emitir un análisis legal de lo que sucedería si un país trata de abandonar la unión monetaria. ‘Acontecimientos recientes han, tal vez, aumentado el riesgo de secesión (no importa qué tan modestamente), y también la urgencia de encararla como posibilidad’, dice el documento, titulado ‘Algunas reflexiones sobre el retiro y la expulsión de la UE y la UME’ ”, informa Evans–Pritchard.
El fin de la soberanía nacional
El autor del informe del Banco Central Europeo, continúa Evans–Pritchard, “hace una sarta de afirmaciones inconexas, jesuíticas y maliciosas, como con frecuencia es el caso con los abogados de la UE. Medio siglo de una unión cada vez más estrecha ha creado un ‘nuevo orden jurídico’ que transciende el ‘fundamentalmente obsoleto concepto de soberanía’, y que impone ‘limitaciones permanentes’ sobre los derechos de los Estados”. [Énfasis nuestro].
“Los que sospechan que el Tribunal Europeo tiene las mismas pretensiones de poder que el papado medieval encontrarán mucho que confirme sus temores en este texto asombroso. . .
“Esta es una advertencia para Grecia, Portugal, Irlanda y España. Si no logran movilizar apoyo popular para la austeridad draconiana, arriesgan ser relegadas al olvido de Islandia. O en el caso de Grecia, al abrazo pegajoso de Asia Menor”.
El mismo aparato de la City de Londres que ha declarado que Maastricht es el doblar de las campanas de la soberanía europea, quiere imponerle esas condiciones a EU.
El poder en EU ha cambiado de manos; ahora lo detenta nuevamente el pueblo, la única fuente legítima de autoridad en Washington. El desafío que ese pueblo encara en los próximos días y semanas, es el que planteó Benjamín Franklin cuando concluyó la Constituyente de 1787. Cuando alguien le preguntó qué clase de gobierno habían aprobado, Franklin respondió: “Una república, si pueden conservarla”.